Cinco años de AUH

Imagen: Arnaldo Pampillon

Por Alfredo Zaiat

No desalentó el empleo ni la informalidad laboral, aumentó la escolaridad en los tres niveles educativos, expandió la atención sanitaria primaria, mejoró la dieta alimentaria, incorporó bienes de consumo durables y redujo la brecha de ingresos en las familias de sectores vulnerables social y económicamente. Estas son las principales conclusiones de un extenso informe a partir de una vasta encuesta nacional sobre la Asignación Universal por Hijo al quinto año de vigencia. Es un trabajo realizado por un equipo de investigadores de la Organización Iberoamericana de Seguridad Social y de la Universidad Nacional de Tres de Febrero conducido por Bernando Kliksberg e Irene Novacovsky. La investigación está presentada en el libro El gran desafío. Romper la trampa de la desigualdad desde la infancia. Aprendizajes de la Asignación Universal por Hijo. Además de los impactos favorables, señala los desafíos de la AUH para mejorar su cobertura como así también su alcance en materia educativa y sanitaria.

Es el libro que mencionó la presidenta Cristina Fernández de Kirchner cuando anunció el envío al Congreso de un proyecto de ley vinculado a la forma de fijar el monto de la asignación. La AUH es un derecho social y económico con fuerza de ley a partir de un decreto de necesidad y urgencia. Hasta ahora no tiene, como las jubilaciones, una actualización automática. El riesgo de licuación de la asignación estaba latente en futuros gobiernos porque su monto era una decisión discrecional del Poder Ejecutivo. La relevancia del proyecto oficial entonces no es la institucionalización por ley de la AUH porque esa cualidad ya la tiene, sino la de fijar en forma automática aumentos semestrales, con el mismo índice de actualización de los haberes de los jubilados. El alza de 644 a 837 pesos por hijo a partir de junio sería por lo tanto el último definido por el Ejecutivo, puesto que si es aprobado el proyecto quedará de ahora en adelante determinado por el índice de movilidad jubilatoria.

A partir de un amplio relevamiento muestral de escala nacional que comprendió 3058 hogares encuestados, 12 grupos focales y 21 entrevistas a informantes clave, Kliksberg y Novacovsky arribaron a conclusiones de relevancia acerca de la AUH.

Mencionan que la evidencia empírica proveniente de diversas investigaciones sobre programas de transferencias de ingresos (México y Brasil, entre otros) no ha permitido constatar efectos en la disminución de la tasa de actividad. Por el contrario la potencia porque brinda recursos que facilitan la búsqueda de empleo. La AUH ejerce, además, un impacto positivo en la reducción del trabajo de niños, niñas y adolescentes. En el estudio se destaca que la incidencia de la población extranjera es prácticamente marginal como receptora de la asignación, al representar el 4,6 por ciento y por debajo del 10 por ciento en el Area Metropolitana, lo cual se corresponde con la presencia de la población migrante de nuestro país de acuerdo al último censo poblacional.

Entre quienes la reciben existe una doble percepción sobre la naturaleza de la AUH: es entendida como derecho y ayuda por las titulares, en cambio sus hijos la vivencian como un derecho propio al internalizarla como una responsabilidad asumida para contribuir a su propio bienestar y desarrollo. El lugar que ocupa la educación como valor para garantizar un futuro mejor para sus hijos es trascendental según declaraciones de los titulares de la AUH en los grupos focales, como las siguientes:

- “No quiero que trabajen, quiero que estudien.”

- “Lo aconsejo: ‘Vos tenés que luchar por tus derechos’.”

- “Yo le digo: ‘No quiero que termines limpiando el piso de los demás. Quiero que tengas un título. Yo no lo tuve y su padre tampoco’.”

- “Eso quiero para él. Que sea alguien. No te digo un abogado pero que tenga un título, un trabajo seguro, un sueldo seguro.”

La AUH es una contribución muy significativa a la reducción de la desigualdad de ingresos porque “ha instalado la cuestión de la equidad en el punto de partida, en una etapa inicial de la vida que resulta decisiva, cuando se define gran parte de las oportunidades futuras”, destacan los investigadores. Brinda la seguridad de un ingreso que se cobra con regularidad y certeza cada mes, hecho que no solamente impacta en el bienestar material sino en “una mayor sensación de dignidad y autovaloración porque al tratarse de un ingreso mensual y regular permite planificar el gasto futuro”. En el 60 por ciento de los hogares receptores de la AUH, el dinero de la asignación no supera el 20 por ciento de los ingresos totales familiares. Sólo para el 5 por ciento es el único ingreso disponible. La AUH representa, en promedio, un cuarto del conjunto de los ingresos familiares. Esto ha permitido asegurar la alimentación e incremento del consumo de productos de la canasta básica: lácteos, proteínas, frutas y verduras. También aumentó la de productos de limpieza y tocador, como así también la compra de útiles y libros escolares. También ha mejorado el acceso a bienes de consumo durable. “Se trata de una democratización del uso de elementos de confort y de acceso a la información (como la televisión y la computadora)”, indican Kliksberg y Novacovsky. Desde una perspectiva macroeconómica, el incremento de ingresos se traduce también en impactos en el consumo interno y en la generación de puestos de trabajo.

La investigación observa una reducción de 10 puntos porcentuales en el indicador de maternidad adolescente, factor clave en la interrupción de los mecanismos de reproducción intergeneracional de la pobreza. Ratifica que la AUH ha demostrado tener una gran capacidad para estimular la asistencia escolar de los más pequeños, principalmente entre niñas y niños de 4 años (el 80 por ciento), ganando un año de escolaridad adicional entre los sectores más vulnerables. “La AUH contribuye así a achicar la brecha de desigualdad respecto de otros sectores sociales, neutralizando la estratificación de origen”, indican los expertos. En el nivel preescolar, la asistencia alcanza un porcentaje superior a la media urbana y se acerca a la plena cobertura. En el nivel primario ha reforzado que los niños y niñas de 6 a 12 años se encuentren escolarizados y finalicen el ciclo. Y en el nivel medio se ha conseguido que la tasa de asistencia supere el 90 por ciento, por encima de la media nacional. “Esto se traduce en el incremento del capital educativo de los hogares receptores de AUH y aumenta las posibilidades de mejorar las condiciones de vida presentes y futuras”, afirman. Para agregar que en sólo cinco años de vigencia, la AUH ha demostrado una extraordinaria capacidad para achicar las brechas de desigualdad que separan a las niños y adolescentes provenientes de hogares vulnerables y excluidos de aquellos que antes de su implementación ya gozaban del acceso a la protección social por su condición de hijos de trabajadores registrados.

El informe plantea una serie de desafíos para la AUH, siendo los más importantes:

- Fijar un mecanismo automático y permanente de actualización del monto de la asignación para institucionalizar los incrementos, como en el caso de los jubilados (el proyecto de ley atiende ese reclamo).

- En cuanto a errores de exclusión, para evitarlos propone incluir a los trabajadores monotributistas con ingresos menores al salario mínimo.

- Sugiere mejorar la información sobre la AUH hacia la población objetivo, y profundizar la bancarización porque el 10 por ciento no cobra a través de la tarjeta. Y para que puedan acceder al crédito, hoy cubiertos por firmas que cobran tasas altísimas, la idea es extender los beneficios de la tarjeta Argenta.

- En el área de salud se observa cierto desacople de la oferta pública a la demanda generada por la AUH. Un quinto de las titulares manifestó tener dificultades cuando concurrió a realizar controles de salud, en especial con los turnos. También hubo críticas respecto de cierta superficialidad con que se ejerce la medicina preventiva con los más chicos.

- Dado el déficit de oferta estatal de jardines maternales y de infantes, sería conveniente incorporar un bono o aumentar el monto de la prestación entre niñas y niños de 0 a 2 años cuyas madres trabajan o estudian para que puedan asistir al jardín maternal. Para el nivel primario la asistencia es universal para la jornada simple, pues la jornada extendida resulta minoritaria por déficit de la oferta. Plantea que se trata de un desafío pendiente. Y para el nivel medio, sería apropiado aumentar el monto de la prestación entre los 15 y los 17 años para estimular la asistencia y neutralizar la salida temprana al mercado de trabajo.

En los grupos consultados se detectaron temores a una posible interrupción de esta política pública. Ya tienen una respuesta política a ese miedo: el proyecto de ley que institucionaliza la actualización automática cada seis meses del monto de la Asignación Universal por Hijo.

azaiat@pagina12.com.ar

Fuente: Pagina12

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